El sexo no es pecado
El sexo no es pecado. Negoni
El cristianismo hoy día luce por lo general como extremadamente represivo en el ámbito sexual. La mayoría de los cultos cristianos son reconocidos por estar opuestos al sexo homosexual, premarital, y extramarital. Por ende, la suposición es que los cristianos creen que la intimidad sexual es mala en sí misma, ¡pero eso no es verdad!
La Biblia dice del primer esposo y esposa: “Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban” (Gn. 2:25).
Porque fuimos creados como seres sexuales, sin distinción de sexo, ni edad, ni raza, ni condición. Adan y Eva nunca se casaron y tenían sexo del lindo.
Antes de la caída del paraíso por el pecado, que nada tuvo que ver con el sexo. Este último era parte del orden de la creación. Era muy buen y además era contraído libremente, sin inhibición alguna del hombre y la mujer.
La Biblia dice que la intimidad sexual fue afectada por la salida del paraíso, solo en cuanto a la vergüenza, pero sigue siendo algo para celebrar y proteger a través de todas las escrituras del A.T. En el N.T. Jesús solo reprendió la infidelidad, lo dicho por Pablo tiene otro cariz, pero hay que distinguir lo dicho por Jesús.
En el libro de Proverbios, se instruye:
“Regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre”, Proverbios 5:18-19.
Es decir gocen del sexo.
De igual manera en el Nuevo Testamento, dice:
“Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra”, Hebreos 13:4.
Más claro no canta un gallo, en la cama el cielo es el límite.
La intimidad sexual entre el hombre y su mujer nunca fue, es, ni será causa de vergüenza. Debe ser honrada, apreciada, y disfrutada como el buen regalo que es, ¡gracias a Dios por todas las cosas! Ma bueno k es así.
Los hombres se la deben a sus esposas
Pablo tiene sin embargo una simpática recomendación sobre la intimidad sexual se encuentra en 1 Corintios 7:3-4:
“Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”.
Ufff súper, la mutualidad del dominio, que rompe todo concepto machista. Ambos tienen la obligación de abstenerse de involucrarse en relaciones sexuales con cualquier persona que no sea su pareja y, de manera positiva, tienen la obligación de llevar de proveer a a la pareja placer y satisfacción sexual.
La idea de que el sexo debía ser mutuo y que el marido se lo debe a su esposa, y que la esposa tiene el derecho de reclamarlo de su marido, fue (y es) revolucionario.
Lejos de lo que las religiones hicieron creando normas sexuales y llenarnos de culpa, el cristianismo bíblico enseñó que la intimidad sexual dentro del matrimonio debía ser libre, generosa, y recíproca. Esa es la verdad aún estándo en desacuerdo con las reglas de las iglesias cristianas al día de hoy.
las Escrituras también recomiendan el sexo frecuente
El apóstol Pablo le dijo a su pueblo:
“No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio”, 1 Corintios 7:5.
A lo sumo, las parejas casadas pueden apartarse un rato para dedicarlo a la oración, pero luego deben volver a unirse rápidamente para que no sean tentados a la infidelidad sexual.
Tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, las relaciones sexuales son prescritas como una protección deseos divagantes y lujuriosos. La suposición es que si bebemos profundamente de nuestras propias cisternas, seremos menos tentados a buscar agua de la cisterna del vecino (Pr. 5:15). Hay gran sabiduría, y gran gozo, en seguir esta instrucción inspirada.
No se trata solo de procrear En el primer capítulo del primer libro dice:
“Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: ‘Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra’”, Génesis 1:27-28.
Dios los hizo varón y hembra y les dijo que fueran fecundos y que se multiplicaran. El mensaje parece ser muy obvio: tener hijos es parte de cómo ejercemos el dominio sobre la tierra.
Eso es verdad, pero no es todo. Dios, que es la bondad pura, dice en el libro del Génesis es que: “Entonces el Señor Dios dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada’” (Gn. 2:18).
Los seres humanos están supuestos a parecerse a y representar a Dios, por ende el hombre debe tener una compañera complementaria e igual que él. Así que Dios creó a Eva de la costilla de Adán. La Biblia sigue diciendo:
“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”, Génesis 2:24. Dios desea que tengas uns pareja sexual que además sea tu amiga, compañera, etc. Osea, una amistad íntima. Se trata de aferrarse a la otra persona dada por Dios. Se trata de ser “una sola carne”. Este término persigue una unión física, emocional, sexual, y ontológica. Se trata de sumisión, exploración, descubrimiento, y deleite.
De manera correcta, bajo bendición, frecuentemente resulta en hijos, pero no es mayormente para eso. Es para la gloria de Dios y para consuelo de la humanidad. Esto es una importante distinción.
Dios es bueno, y solo el puede juzgarme. Santiago 4:11.
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